Todo comenzó con una avería de helicóptero,
un día, en Malí. Esperando al piloto, conversé con un aldeano durante todo un día . Me habló de su vida cotidiana, de sus esperanzas, de sus miedos: su única ambición era alimentar a sus hijos.
Interrumpido mi trabajo para una revista, me sumergía en los problemas más elementales. Me miraba directo a los ojos, sin quejas, sin pedidos, sin resentimiento. Había llegado allí a fotografiar paisajes, fui cautivado por su mirada, por su p...
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